
Los paraísos fiscales llevan implícito la escasa o nula tributación como ventaja para las empresas multinacionales, los individuos de alto poder adquisitivo y las entidades bancarias

Los paraísos fiscales
son conocidos en inglés como “offshore”, porque funcionan como
caja de caudales de divisas extranjeras. La cultura popular les atribuye la
condición de ilegales, una simplificación que no es cierta en muchos casos.
Recurrir a estos
países no tiene por qué implicar el cometer un delito, aunque
actúen en el filo de la legislación internacional. A pesar de la falta de
transparencia de todos ellos, realizar algunas operaciones financieras es legal,
siempre que lo conozca el fisco del país “esquivado”. Este matiz marca la
diferencia entre la “elusión fiscal” y el delito por evasión.
Debido a la opacidad de estos enclaves, no existen datos precisos del
movimiento real de dinero por dichos territorios y, de forma oficial, sólo
podemos contar con datos parciales y con estimaciones.
El Diccionario de Administración
y Finanzas de J.M. Rosenberg define a los Paraísos Fiscales como “Países con leyes fiscales muy favorables
para el establecimiento de la residencia legal de personas físicas o jurídicas
que quieren pagar menos impuestos”[2].
De esta manera, son diversas las ventajas que ofrece un paraíso frente a otro
y, por ello, son diferentes tipos de agentes los que se pueden aprovechar
fundamentalmente de estos enclaves para disfrutar de una fiscalidad más
favorable: bancos, empresas multinacionales e individuos de grandes
patrimonios.
Basándonos en
casos españoles, en el ámbito de las empresas, es Inditex, el mayor grupo textil del mundo (que tiene 7 filiales
radicadas en territorios offshore), quien ha utilizado a Hong Kong
para ubicar allí su central de compras, así como las sedes de sus filiales
locales de Massimo Dutti, Bershka y Stradivarius. En cuanto a los bancos, Santander
es la entidad y la empresa española, que cotiza en el índice IBEX 35, con más
sociedades en este tipo de territorios (33). Su presencia se concentra sobre
todo en las Islas Caimán (8), Bahamas y Jersey (6 en cada una) y Guernsey (5)[3].
El último agente que se puede beneficiar de estos enclaves son los individuos de
grandes patrimonios. La población de alto poder adquisitivo, desde la
Revolución Francesa, ha intentado eludir
impuestos, tradición que sigue presente hoy en día. Uno de los ejemplos más
polémicos es el famoso caso en el que está involucrado un miembro de la Casa
Real, Iñaki Urdangarín. El pasado 5 de diciembre, la Fiscalía Anticorrupción
acusó de manera directa, por primera vez, al Duque de Palma de evadir fondos a
paraísos fiscales de Belice y el Reino Unido. Los fiscales
calculan que el esposo de la Infanta Cristina y su socio, Diego Torres, llegaron a transferir al menos
650.000 euros a Belice y a otros paraísos fiscales vinculados
al Reino Unido. Dichas transferencias se efectuaron a través de una “estructura
societaria fiduciaria”.
El problema que engloba
a estos países son las consecuencias múltiples. Por una parte, el incremento de
la inestabilidad y las crisis financieras y, por otra, los conocidos casos de
corrupción y blanqueo de dinero procedente de actividades ilícitas, pasando por
la agudización de la desigualdad y la pobreza. Según estima la firma de asesoramiento
financiero Merrill Lynch, en los paraísos fiscales hay depositados casi seis
billones de dólares, lo cual equivale a un tercio de los activos de las fortunas
particulares del mundo. Desde la perspectiva de la OCDE, se afirma que de sus
Estados miembros llegan a estos territorios “offshore”, 600.000 millones de dólares. Ambas cifras muy
elevadas, que el Sector Público necesita fervientemente en forma de
financiación.
Sin embargo, la
principal consecuencia se encuentra en el aumento de la desigualdad y la
pobreza, debido a que estos enclaves presionan a los regímenes fiscales de las
regiones desarrolladas y las lleva a competir. Una batalla en la que los países
se ven presionados a reducir sus cargas impositivas para evitar en cierta
medida la huída de dinero, provocando el incremento de la desigualdad (por el efecto
redistributivo de los impuestos) y deteriorando los servicios públicos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario